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El Anillo de Poder y la Transparencia

 José María Gimeno Feliú

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Hace unos días, un conocido político español entregaba al Rey Felipe VI la serie Juego de Tronos. Se supone que tal gesto desenfadado pretendía un mensaje político. En dicha serie hay pugna por el poder, pero sobre todo hay ambición, traición y violencia. Nada es lo que parece ni en quien confiar. En puridad, la conclusión que se puede extraer de dicha obra,desde la óptica de ideales, es, cuando menos, desoladora.

Prefiero, puestos a mensaje políticos y en estos tiempos electorales, la conocida trilogía de ‘El Señor de los Anillos’. Esta historia tiene su centro en la necesidad de destruir el anillo del poder, que tiene como característica, la invisibilidad del que lo porta. Esta situación que recrea Tolkien para construir su historia, se basa en uno de los escritos de Platón en su conocida ‘La República’ –y cuyas reflexiones continúan siendo de actualidad– en el segundo libro de la República, donde expone el mito del pastor Giges. Platón plantea el dilema moral del hombre que, en caso de poseer un anillo de invisibilidad que le brinda todo el poder para actuar en secreto y con total impunidad, va a actuar, desafortunadamente según muestra la experiencia general, en beneficio propio y de forma deshonesta e injusta.

El dilema es hasta que punto somos capaces de realizar todo lo posible para eliminar la invisibilidad en las decisiones y reconducir así el problema de la corrupción que se genera por la falta de transparencia. En la obra de Tolkien se consigue el objetivo y se destruye el anillo del poder, gracias a la labor de un grupo de personas distintas y diversas, pero que coinciden sus esfuerzos en un objetivo superior, por encima de rendimientos o estrategias personales.

Si extrapolamos a nuestra realidad política y social el escenario del anillo de la invisibilidad, veremos que la principal misión es resolver de verdad la opacidad de la toma de decisiones, impulsando reformas que permitan la necesaria visibilidad de las decisiones políticas, reforzando los sistemas de control independientes y, sobre todo, impedir que los objetivos personales se confundan como intereses generales.

Como ha explicado R. Klittgaard, debemos actuar sobre la ecuación de la corrupción: C=M+A-T. Donde:

  • C es Corrupción
  • M Monopolio
  • A Arbitrariedad
  • T Transparencia.

Es decir, monopolio en la toma de decisiones, con una importante capacidad de discrecionalidad en la decisión, y ausencia o escasa necesidad de rendir cuentas, son los elementos que explican un mayor nivel de corrupción. Si se añade a esto, el dato de un marco normativo complejo (o disperso, o muy cambiante), como ya sucedido en urbanismo o contratación pública, es fácil entender el elevado índice de corrupción en España. Por ello, acabar con la invisibilidad de las decisiones, es la principal tarea para la regeneración democrática. Mas transparencia y sistemas de rendición de cuentas efectivos, mejores controles previos con refuerzo de su independencia, mayor ejemplaridad pública e inversión para promover una nueva educación en estos valores son, sin duda, los principales instrumentos para recudir el impacto de la corrupción.

Para ello, las enseñanzas de la obra de ‘El señor de los anillos’, me parece más apropiada. Hay un objetivo claro –destruir la causas de la corrupción política, basada en la invisibilidad y el uso indebido del poder–, para lo que propone trabajar por consensos, más allá de aparentes diferencias irreconciliable (el ejemplo que da la composición de la Comunidad del anillo que se forma es muy elocuente: elfos, enanos, hobbits, y hombres de la tierra media). Y ello desde el valor de la solidaridad, generosidad, y el compromiso por una causa compartida, más allá de ambiciones personales. Ese es el reto de la sociedad española. Ojalá el tiempo de la nueva cultura política se inspire en estas enseñanzas ( y no en las de la obra ‘Juego de Tronos’, donde, por cierto, el ciudadano, como tal, no tiene relevancia y donde prima, en un contexto de ausencia de valores éticos, la conspiración y lucha por el poder desde la lógica de la ambición personal).

 

José María Gimeno Feliu
Catedrático Derecho Administrativo. Universidad de Zaragoza
Presidente del Tribunal Administrativo de Contratos Públicos de Aragón.
Director del Observatorio de Contratos Públicos